Leyenda Toba:
El palo santo, árbol sagrado de los Tobas
Los Tobas veneran este árbol al que consideran sagrado. Cuentan sobre él una hermosa leyenda: "Hace mucho tiempo vivía un joven muy virtuoso y apuesto llamado Cosakait, que se había enamorado perdidamente de una muchacha muy bella, pero ella no le correspondía.
Ah!- el indio se lamentaba- los dioses no quieren mi felicidad.
Entonces el joven se enfermó de pena pero la muchacha no quiso verlo. Desesperado, Cosakait llamó a la madre de su amada y le dijo:
-Yo he de morir pero seguiré amando a su hija. Adornaré con flores su cabello, perfumaré el agua que sus labios beban y espantaré a los insectos de su lado para que no la molesten. Estaré siempre donde ella se encuentre y le daré todo lo que me pida.
Cosakait murió, y Dios, compadecido por su dolor, lo eternizó en la forma de un árbol que creció allí mismo y se extendió por toda la selva. De esta forma Cosakait brindó a su amada flores y todas las cosas buenas que le había prometido." Por ser tan elevado sus valor y sus nobleza, los Tobas consideran al palo santo como un palo sagrado y lo llaman "Cosakait."
Entonces el joven se enfermó de pena pero la muchacha no quiso verlo. Desesperado, Cosakait llamó a la madre de su amada y le dijo:
-Yo he de morir pero seguiré amando a su hija. Adornaré con flores su cabello, perfumaré el agua que sus labios beban y espantaré a los insectos de su lado para que no la molesten. Estaré siempre donde ella se encuentre y le daré todo lo que me pida.
Cosakait murió, y Dios, compadecido por su dolor, lo eternizó en la forma de un árbol que creció allí mismo y se extendió por toda la selva. De esta forma Cosakait brindó a su amada flores y todas las cosas buenas que le había prometido." Por ser tan elevado sus valor y sus nobleza, los Tobas consideran al palo santo como un palo sagrado y lo llaman "Cosakait."
Gregorio y Santiago (4º C)
Leyenda Mocoví:
IOBEC MAPIC
Nombre dado por los mocovíes a una planta de la familia de los helechos, y que significa árbol de la sal. El cacique José Manito, de El Pastoril, contó su leyenda a Lázaro Flury:
"Cierta vez Cotáa (Dios) condolido por la triste vida de los hombres del Chaco, quiso darles un árbol, cuyo jugo serviría como alimento a los hambrientos y apagaría la sed de los sitibundos."
"Pero cuando la concluyó, Neepec (el diablo) le arrojó encima una urna llena de lágrimas. Y la planta en vez de dulce ambrosía, como quiso Cotáa, dió a quienes la buscaron un zumo áspero y salobre. Cuando Cotaá volvió y vio la obre del maldito dijo:"
"-Tu maldad será trocada en bonanza. Esta planta será buena. Servirá para salar los venados y guasunchos y con la sal de las lágrimas endulzará los alimentos. Y los hombres la usarán eternamente... Y desde entonces apareció en el Chaco el árbol de la sal."
Estefanía y Emilia (4º C)
Para disfrutar:
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